viernes, 6 de febrero de 2009

CASASBUENAS

Jacinto Lugo Galán
Emilio Martínez Muñoz
Pablo Galán Ramírez
Mariano Díez Moreno
Isidro Heredero Moreno
Ignacio Sevillano Carretero
Mariano Romero Aguado
Jesús Fernández
Casimiro Medina

1 comentario:

  1. Jesus Fernandez Martin.
    Nació el 14 de enero de 1906 en Sonseca (Toledo). Sus padres se llamaban Modesto y Juana y tuvo tres hermanos: María, Aniceta y Nicolás. De condición humilde, recibió del Duque de Bailén la ayuda suficiente para poder realizar los estudios en el Seminario. Así lo podemos leer en su estampa de primera misa, donde se nos dice que fue padrino de honor Don José López de Haro en representación del Excmo. Sr. Duque de Bailén “protector del misacantano”.

    Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de abril de 1933. Ese año el Papa Pío XI había convocado un Año Jubilar con motivo del XIX centenario de la Redención. Como por aquel entonces sus padres vivían en Toledo, cantó su primera misa a los ochos días, el 23 de abril, en la parroquia de Santo Tomé.

    Este joven sacerdote al estallar la guerra ejercía de párroco en Casasbuenas (Toledo). El 25 de julio fue expulsado de su parroquia, marchando a su pueblo natal. Más aquí vio que el peligro era mayor y se volvió a Casasbuenas. Según sabemos por declaraciones de su propia familia, será entonces cuando sus padres se trasladan a esta localidad para estar con su hijo.

    Una familia amiga les aconsejó que se escondieran en un olivar próximo, y así permanecieron ocultos “algunos días” en el campo sin entrar en el pueblo. Las milicias descubrieron su paradero, y a primeros de agosto, milicianos de El Pulgar (Toledo) vinieron a por él. “Aparecieron unos individuos, con un coche, que arrancándoselo de los brazos de su madre” se lo llevaron al pueblo haciéndole escribiente del comité local.

    La postulación conserva la fecha del martirio del 21 de noviembre de 1936. Gente del pueblo narró a la familia que en el momento del martirio, tras llevarle a una taberna, se mofaron de él y le obligaron a pisotear e injuriar a un crucifijo que habían tirado al suelo. Don Jesús se resistió, por lo que lo torturaron y atándolo a un caballo lo arrastraron por un camino. Por último lo mataron y tiraron a un arroyo.

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